lunes, 23 de marzo de 2009

San Pedro

Bajó unas escaleras hasta llegar a un andén. Se acercaba un tren. No era el de él. Miró las ruedas como giraban. Escuchó sus risas férreas y sintió que resonaban en su mente, abriendo una puerta a alguna dimensión desconocida. Dijo en voz alta: "Bendito cacto". Entonces llegó su tren y se subió.

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