sábado, 25 de julio de 2009

Callejón sin salida

No hay nadie
que pueda
ayudarme,
excepto él.

Y él
no lo sabe,
o no quiere
saberlo.

¿Será
su recuerdo
el que me ata
a su piel?

¿O es
algo más,
que prefiero
esconderlo?

Sea
como sea,
jamás
lo sabré.
.

viernes, 24 de julio de 2009

Día de lluvia

Llueve, y el cristal de la ventana se llena de lágrimas tibias,
que bajan por ella lentamente,
uniéndose unas con otras hasta terminar con su vida en el marco del vidrio.

Llueve, y las nubes que antes parecían suaves algodones,
pelusas celestiales y etéreas,
ahora están sucias, negras y húmedas,
como si hubieran limpiado toda la miseria de la humanidad.

Desde ayer que llora el cielo,
y por respeto a su llanto, no he vuelto a sonreír.

No hay canción más hechizante en este mundo
que la que cantan las lágrimas llovidas al caer en la tierra,
sobre la sequedad de las flores
y el cabello y ropas de la gente.

Llueve, y he abierto la ventana, llenándome de lágrimas heladas,
que me atacan con saña,
uniéndose con las mías propias,
cortándome el rostro con su arma de vientos.

Desde ayer que lloran las nubes,
y por respeto a su luto, no he vuelto a salir.

Ha sonado un trueno, haciendo temblar la tierra
y los huesos de los mortales que tienen frío y miedo.
Pero a mí me ha devuelto a la vida.

Y cuando el relámpago atravesó el húmedo cuerpo de los cielos,
con el frío brillo de una hoja de metal,
sentí como si me hubiese rebanado a mí también,
y como si fotografiara la tristeza de este mundo.

Llueve, y mi ventana sigue abierta,
porque cuando el relámpago abrió la herida,
las nubes dejaron su corazón cegador al descubierto,
esparciéndose así la sangre que, con celo, contenían,
cayendo sobre calles, edificios, casas, cubriéndome por completo
en forma de luz, calor y agonía...

Desde ahora, la sangre ambarina lo inunda todo.
Y por respeto a la belleza de su entrega, bajo la cabeza
y esbozo una débil sonrisa.

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jueves, 23 de julio de 2009

Tres Tiempos

Dolor.

Grita la carne tan cruelmente lacerada, corre como lava la sangre por la herida, baja lentamente por la espalda enrojecida, se une a las sábanas revueltas y mojadas.

Horror.

Hermosos ojos claros midiendo con maldad, manos suaves acarician la piel. Sonrisa y labios con sabor a miel, pensamientos y miradas con toques de frialdad.

Final.

No puedo morir de amor por un hombre que, conmigo, jamás lo ha conocido.
¿Por qué mis lágrimas, entonces, de colores carmesí se han teñido?

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miércoles, 22 de julio de 2009

El placer de la Caída

Sube, sube sin detenerte, maldito... y cuando llegues hasta el techo de los cielos, asómate y mírame... Te haré caer, oh sí, e intentarás imitar a las aves que te rondan, inútilmente.
Tus brazos no lograrán convertirse en alas, y no podrás luchar contra mi fuerza de gravedad, la cual te hará caer en la eternidad, a velocidades altamente alarmantes, esperando el momento justo para estrellarte contra las rocas de mis ojos, destrozando tus blandos huesos y aniquilando cualquier intento tuyo por sobrevivir.
Caerás entre antiguas pesadillas y pensamientos, entre hechos pasados y venideros. Entre el ocaso y la aurora, la luz y las tinieblas.
No te detendrás hasta que yo lo desee, y esperaré hasta que nada -ni la luz- sea capaz de adelantarte, hasta que ningún ente espacial o terrestre pueda alcanzarte, hasta que el Infierno haya quedado en los comienzos de tu caída...
Y cuando llegues al final, aterrizarás en la piedra de tu corazón, en la frialdad de tus sentimientos, y en la crueldad de tu desprecio, reflejados en mis ojos, y te veré morir y reiré como nunca antes, dejando salir las carcajadas como dardos venenosos, los cuales se clavarán en tu destrozado cuerpo, mutilándote aún más, hasta que acabes entregándote a mis manos, las cuales se encargarán de acabar con tu maldita existencia.
Pero aún falta mucho para eso.
Mientras tanto, sube, sube sin detenerte, maldito... Y cuando llegues hasta el techo de los cielos, asómate y mírame...



PD: Para tí, quién nunca vio la luz de mis ojos, te regalo la oscuridad. Sin rencores. Sin sentimientos, sin siete años de recuerdo.
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domingo, 12 de julio de 2009

Simplemente, solos, tú, yo

Una estrella que titila solitaria
en un cielo triste y nublado
me ha devuelto la imagen humana
de tu figura, allí, sentada.

Si no fuera porque estás vestido
de una carga de dolor e ira
que has acumulado tanto tiempo
quizás, sólo quizás, serías mío.

Ámame, en el secreto de la noche
que nos protege a todos bajo el mismo manto
no tengas miedo de susurrarme al oído
las palabras que siempre he esperado.

Mírame, aquí sentada, simplemente
siendo presa de un amor imposible.
Te esperaré... todo el tiempo que tu quieras,
hasta que la pesadilla de esta vida termine.

No hay mas murmullos, sólo silencio
bajo la luz de la luna redonda.
Quién sabe si además de mis lamentos
alguien bajo esta luna solloza.

¿Dónde estás, amado mío?
Veo tu cuerpo pero no tu mente.
No sufras más por los dolores
de un mundo inconsecuente.

Tú siempre contarás conmigo
y aunque te sientas solo en esta vida,
mi corazón estará contigo
para otorgarte eterna compañía.

Y esta noche en que la lluvia nos moja,
es el principal testigo
de un amor que al tedio destroza
y a las edades ha vencido.

Aunque el viento sople fuerte
y las gotas de ácido persistan,
todo está bien, cariño mío
simplemente porque nos amamos.
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sábado, 11 de julio de 2009

Búsqueda

Por vez primera siento mi alma tan agitada,
llena de sentimientos nunca antes concebidos,
que fueron mil veces soñados, mas nunca sabidos,
y ahora me hieren, pues deseo por tí ser amada.

Tengo miedo de que llegue nuestro encuentro,
y, a la vez, es lo que con más ansia espero;
hallarme al lado del ser a quien más quiero,
sentir que la alegría va llenándome por dentro.

Desde siempre soñé una figura a él parecida;
busqué, sin resultado, entre el gentío
que atestaba las calles de mi ciudad.

Y cuando estaba a punto de darme por vencida,
en medio de las nubes, sol y frío,
con sus ojos le di muerte a mi oscura soledad.
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