domingo, 21 de marzo de 2010

Pienso. Respiro. Camino. Siento. No-siento

Camino entre la gente con pasos apresurados. Algunos brazos se extienden, pero los esquivo, no he venido a eso. Lejanas voces llegan a mis oídos, intentando decirme algo que no comprendo. Recuerdo que fue mi hermano quien me telefoneó para decírmelo, pero no le creí. Debía verlo con mis propios ojos. Cuando finalmente llego donde necesito, lo miro directamente a los ojos cerrados. Su cara está pálida como la de un muerto. Porque está muerto. Mi padre está muerto. Y lo único que lamento es no haberlo hecho yo.
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